Gran Bretaña durante los años setenta era un país en decadencia social y cultural. Durante los años posteriores al comienzo de la década, la crisis económica que afectó a todo el mundo occidental golpeó fuertemente a las islas, que vivían aun las secuelas de la posguerra y de la descolonización.
En ese contexto, la generación que fue demasiado joven para vivir la primavera de la década de 1960, creció con un sentimiento de marcada insatisfacción cultural. En el panorama artístico reinaban estrellas de Rock multimillonarias que vivían en realidades opuestas a la de millones de jóvenes británicos. La sensación de ser huérfanos culturales ofreció el contexto social apropiado para la explosión de un movimiento artístico radicalizado como el Punk.
A pesar de tener algunos referentes, entre ellos el Glam Rock de artistas como David Bowie y Marc Bolan, además de cultores del Rock decadente y vanguardista de los Estados Unidos como The Stooges, The New York Dolls o Nico, los jóvenes de la generación Punk se propusieron comenzar desde cero. Y a pesar de que en lo estrictamente musical se limitaron al Rock & Roll, sus revolucionarias ideas influenciaron a miles de jóvenes, incluso hasta el día de hoy.